Entre los años 1991 y 2010 la corrupción le costó a Colombia más o menos 189 billones de pesos, lo que equivale al 4% del PIB de esos 19 años. Con eso se habría podido solucionar, el problema de la salud en nuestro país. Este es quizá, el problema más grave que tenemos, nuestro gran limitante para surgir como potencias o por lo menos solucionar nuestros problemas internos. Esta película de Jaime Escallón, refleja un poco la politiquería y lo ineptos que son nuestros dirigentes. 

El año pasado, nuestro país fue calificado como el país con el índice de felicidad más alto del mundo, pero también ocupó el puesto 90 de los más corruptos entre las 176 naciones evaluadas por Transparencia Internacional, es algo irónico que seamos los más felices con tanta injusticia, corrupción y violencia que tenemos. A nuestros dirigentes no les importa el bienestar colectivo, para ellos priman las coimas y los beneficios que puedan sacar de cualquier proyecto o contrato aprobado, nada más miremos la cantidad de elefantes blancos que se han descubierto, y no quiero ni pensar los que siguen maquillados, pero no importa, falta un año para volver al Mundial.

Es una práctica diaria la corrupción en la que el ser humano en búsqueda de sus beneficios abusa del poder, a cualquier precio sin importar el daño a terceros, las cifras estiman que cada año, el país pierde 50 billones de pesos por la corrupción, lo que serviría para construir más de un millón de casas de interés social, reduciendo el déficit de vivienda en Colombia.

Para el candidato o el mandatario de turno, lo más importante es mantenerse en el poder, pero no para ayudar a su pueblo, sino para poder sacar muchos más réditos de su gobierno. Es lo que pretende reflejar la nueva película colombiana protagoniza por Julio Pachón en su papel del Alcalde Libardo Zuluaga (el mismo que realizó en las Hermanitas Calle), y en el que junto a su inseparable “amigo” o mejor asistente iniciarán una aventura demasiado sorprendente.

Bajo la dirección de Jaime Escallón, es una comedia en la que con ironía nos muestra cómo en el país se mueve en medio de la corrupción y el poder del más fuerte. Sin embargo, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia,  por lo que luchan las centrales obreras, los educadores, el sector de la salud y poblaciones vulnerables, son invisibles ante los payasos, digo,  los gobernantes de turno, los problemas sociales no existen, así como el «tal paro», pronto tendremos metro y seremos los más educados del continente, pero mientras tanto, sigamos siendo ‘El país más feliz del mundo’.

@gonzalezcrisd