Es una apuesta por el cine diferente, se sale de las convenciones del cine nacional, aunque es probable que no duren mucho en cartelera, seguramente harán mucho ruido y retan a los espectadores a presenciar algo que no se ve siempre en la gran pantalla.
La idea para un suicidio taquillero surgió de dos fuentes diferentes que encontraron rumbo en una misma locura. Por un lado, la inspiración vino de un sueño recurrente del director Carlos Osuna en el que se encontraba naufragando en un mar infinito, sabiendo que nunca iba a tocar tierra firme, similar a la angustia de ir en un Transmilenio tan lleno que uno no alcanza a poner los pies en el piso y sólo reza porque en algún momento la marea humana lo expulse del bus.
Por la cabeza de Osuna comenzó a rondar la idea de querer reflejar lo que era sentirse naufragando, como él en ese sueño, a pesar de estar pisando el suelo. De algún modo esa idea se transformó en esto. Además, encontró un video en YouTube, en el que un niño ventrílocuo realizaba un show en vivo.
En éste, la presión del público y el pánico escénico se apoderan del niño y lo hacen fracasar en su arte, por lo cual sale corriendo a buscar a su mamá y a abrazarla. Para Osuna, este video ponía en evidencia varias verdades: la presión del niño por mostrar algo que no era y el fracaso inminente ante lo que de verdad es; además, la paradoja de correr a los brazos de su madre, quien posiblemente, fue la persona que ejerció mayor presión sobre él a la hora del espectáculo que terminó en escarmiento público y pena ajena.
Esto lo motivó a construir una manera de realizar una crítica a la sociedad. Este filosófico film, estará en salas a partir del 1 de junio.
@gonzalezcrisd
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